JUEGOS
PERVERSOS
La figura esbelta de Melina se encamina
hacia el baño, pero antes, se pone encima el salto de cama color carmesí, que,
entreabierto, deja apenas ver enmedio del pecho hasta el ombligo, lo demás está
cubierto por estar sujeto el camisón, con un cinto de la misma tela.
Melina estira su cuerpo perezosa y
lentamente, es un regocijo estirarse así, levantar los brazos lo más alto
posible, como queriendo alcanzar el cielo.
Pone sus manos tras su nuca y saca el
largo cabello del cuello de la bata y se encamina al baño.
Prende la luz y puede ver su rostro con
claridad en el espejo, ya no es tan joven, pero igual siente, quizá más.
El sudor perla su frente, nariz y labio
superior. El pecho de ella también brilla por la humedad reveladora.
Una gota recorre su garganta y se desliza
por el medio de sus senos. Luego otra, recorre el mismo camino.
Los labios entreabiertos de Melina y su
mirada serena, reflejan un estado mental de satisfacción. Ha tenido una larga
noche de placer sensual.
Tras el reflejo de la mujer en el espejo,
se vislumbra apenas el movimiento de un cuerpo bajo las sábanas; es quizá el amante
en turno de Melina y el rostro de ella revela el placer vivido momentos antes.
La lengua de la mujer, roza ligeramente
sus bien delineados labios y los humedece nuevamente.
Pero
no, no piensa en aquél que retoza feliz bajo las blancas y tibias sábanas de su
cama, no piensa en ese amante que le prodigó amor, quizá palabras dulces y
sentimientos profundos.
Ni siquiera pensó en él cuando estaban
juntos, muy juntos bajo las sábanas ardientes de la cama. No, no pensaba en él,
sino en otra persona, en aquél que apenas conociera pero que había despertado
en ella sentimientos escondidos desde hacía ya tanto, sentimientos que ni aún
ella conocía o entendía.
Fue por esa imagen en su mente, que ella
había logrado el verdadero placer, porque en todo momento, al ver al amante en
turno, veía en realidad a aquel ser que tanto ella necesitaba y deseaba.
¿Por qué esos sentimientos? ¿Por qué
desearlo así? ¿Quizá porque era ajeno y no de ella?
Por fin tendría algo en su cama que
valiera la pena, aquella sombra bajo sus sábanas ya frías, no bastaría y por
fin la dejaría de lado.
Estaba hastiada y cansada de aquella sombra,
que durante tanto la acompañara.
La soledad, el hastío y la incertidumbre,
ya no compartirían con ella su intimidad, ahora el cuerpo moreno de su amante
ajeno, estaría con ella, aunque sólo fuera en su mente despierta, en su mente
deseosa de ser amada por aquel amante que no era de ella.
CARRO
NUEVO
He vivido en provincia desde siempre,
para mí, mi ciudad es lo mejor que puede haber, es una ciudad tranquila y
hermosa, pero hace unos años me quedé sin trabajo cuando mi hija mayor sólo
tenía un par de meses de nacida. Para ese entonces, me las vi muy negras, sin
dinero suficiente para cubrir los gastos de la casa, mi esposa, apenas y estaba
en aquello de conseguir un trabajo para ayudarme; la desesperación hizo presa
de mi y no tuve más remedio que irme a la capital.
Algunos compas me habían comentado hacía
tiempo, que por allá podría fácilmente conseguir un trabajo mejor remunerado
que en donde me encontraba, al principio, no les hacía mucho caso porque en ese
preciso momento, aún contaba con mi chamba, pero luego pasó lo que pasó y tuve
que visitarlos para que me dieran nortes de a dónde dirigirme, los encontré y
de muy buena gana me dieron la dirección de una empresa en particular. A los
dos días, estaba en esa gran urbe.
Con entusiasmo llegué a ese enorme
edificio que albergaba a la Empresa… ahí, se encontraban infinidad de personas
trabajando, iban y venían, todos con mirada de gente de éxito y mi ánimo se
levantó por los cielos, con la esperanza de que pudiera obtener trabajo en tan
importante lugar y al lograrlo, mis problemas financieros mejorarían y
quedarían en el olvido. Pero esto solo era un sueño que podía realizarse si tan
sólo se me diera la oportunidad de probar mis aptitudes, que eran muchas.
Logré llegar hasta la oficina de recursos
humanos, y ahí esperé el momento adecuado para poder entrar y entregar mi
currículo que era muy bueno. Pasó todo ese día y no pude entregar mi
documentación y sin desesperarme ni amilanarme, me fui a un hotel cercano y al
día siguiente muy temprano, me dirigí de nueva cuenta a la mencionada empresa.
Las horas pasaban y en vez de
desesperarme, lo tomé por el lado bueno; nada pasaba, seguían sin recibirme,
demasiado ocupados, pero muy amablemente me decían que esperara un poco más. Me
dediqué a observar las instalaciones que me parecieron un tanto surrealistas, o
tal vez era que yo no encajaba en el sitio, demasiado sencillo para todo lo que
se presentaba ante mí. Fue entonces cuando lo descubrí venir directo hacia mí.
Con una gran sonrisa reflejada en su
rostro, vino a mi encuentro David, un sujeto que había conocido en la
preparatoria, allá en mi ciudad natal. Me sorprendí al verlo justo en aquél
sitio, precisamente en esa enorme urbe que era la ciudad de México.
David, cuando lo conocí, no era
precisamente alguien de mi agrado, es más, creo que no era del agrado de nadie.
Tenía un carácter muy pesado, constantemente hacía bromas pesadas a todo el
mundo, incluyéndome a mí que no era ni mucho menos su amigo.
Durante mucho tiempo, le rehuí cada vez
que lo veía pasar cerca de mí, pues no toleraba su presencia ni escencia. Eran
demasiadas las actitudes pesadas que hacía, como por ejemplo; cada vez que me
veía, me empujaba provocando que mis útiles fueran a dar al piso y enseguida
comenzaba a reír como loco. Otras ocasiones, me plantaba un sonoro beso en mi
mejilla y luego me abrazaba diciendo que éramos pareja y que la noche anterior
habíamos hecho el amor. En fin, fueron muchos los incidentes desagradables que
provocaron que me desagradara por completo la presencia de David.
Cuando lo vi venir directo a mí, con una
gran sonrisa, no supe si correr a esconderme o ignorarle. No pude hacer ninguna
de las dos cosas, cuando pensé, David estaba junto a mí, abrazándome como si
fuéramos los mejores amigos del mundo.
-¡Qué gusto verte mi amigo! ¡Hace tanto
que no nos vemos! –Dijo David como si en verdad estuviera conmovido y
entusiasmado.
La gente que se movía alrededor de
nosotros, nos vio con agrado, como si entendieran el sentimiento de David. No
supe qué hacer ante la embestida de mi “cuate” y menos aún, delante de la
gente. No tuve más remedio que contestar de la misma forma, aparentando algo
que no sentía.
-¿Hace cuánto tiempo que entraste a
trabajar aquí? ¿Cómo es que no te vi antes? –Me preguntó mi “amigo”.
-No, no trabajo aquí, qué más quisiera,
pero no, estoy aquí porque perdí mi trabajo en... y vine a probar suerte a la
gran ciudad. ¿Y tú, hace tiempo que trabajas aquí? –No me quedó otra más que
contestarle de buena manera.
-¿De verdad? ¿Pero cómo es que viniste a
dar precisamente a este sitio?
Le conté lo que mis cuates me habían
dicho tiempo atrás y se sorprendió de que el lugar donde mis amigos me habían
enviado, fuera precisamente donde él trabajaba, que él llevaba dos años
trabajando en esa empresa y que le iba muy bien y yo le creí, pues vestía con
un traje hecho a la medida que seguramente le había costado un ojo de la cara.
Además, su rostro reflejaba lo que el resto de la gente que ahí trabajaba, que
eran todos exitosos.
Mi entusiasmo creció, cuando me dijo que
él podía ayudarme para entrar a trabajar ahí, que se haría cargo de entregar mi
documentación a quien fuera necesario para que todo se diera más rápido. Le
entregué los documentos y me invitó a quedarme en su departamento, me dijo que
no permitiría que pagara hotel teniendo dónde quedarme. Muy contento lo esperé
a que terminara su larga faena de trabajo, pues ese día no era posible que
recogieran mis documentos, así pues, me fui con David en cuando hubo salido y
los dos nos encaminamos a su departamento.
Estaba realmente entusiasmado, creí que
por las ropas que portaba mi “amigo” y la forma de expresarse y comportarse
dentro de la empresa, tendría un importante cargo dentro de la misma y que por
lo mismo, ganaba muchísimo dinero.
Me imaginaba que el lugar donde vivía era
en verdad un sitio caro y elegante. Nada que ver con la realidad.
En cuanto entré a su “departamento”, vi
con desagrado que no se trataba más que de un
cuartucho feo y descuidado, con unos cuantos muebles; un par de sillas,
una mesa, una cama, un refrigerador pequeño y lo que aparentaba ser un clóset,
el cual guardaba una escasa vestimenta.
Las paredes dentro de la habitación, en
gran parte, estaban descarapeladas y además dentro olía a humedad. Como ya era
de noche y ambos estábamos cansados, me dispuse a dormir en el suelo. Me tendió
unas cobijas y luego me recosté en ellas después de cubrirme con una tercera.
En el suelo, pude darme cuenta de que
había un par de hoyos de ratones, incluso pude ver uno que pasaba muy cerca de
donde yo dormía; creo que hasta vi cucarachas por las paredes y suelo.
No quise preguntarle en ese momento nada
al respecto, no era el momento así es que me dispuse a “bien” dormir.
Pasaron varios días y no me atrevía
preguntarle del por qué vivía en aquellas condiciones, además, el tiempo estaba
pasando y no me decía nada sobre si podía por fin entrar o no a trabajar en la
empresa. La verdad eso era lo que más me estresaba, el no saber nada con
respecto a si lograría entrar. Pero el tiempo pasaba y no deseaba molestar ni
aprovecharme de David. A pesar del pasado, se estaba comportando como verdadero
amigo, pero me desesperaba que no me dijera nada.
Un día, antes de preguntarle por enésima
vez del motivo por el cual estaba en la gran urbe y en lo que él me estaba
“ayudando”, me atreví a preguntarle del por qué vivía en esas condiciones, sin
ofenderse me dijo:
-Estoy ahorrando. Desde hace tiempo que
lo vengo haciendo porque quiero comprar un carro último modelo deportivo y es
muy caro. Es el sueño de todo hombre de mi edad y de esta ciudad. Así es que yo
lo voy a comprar, cueste lo que cueste. Es más, creo que para navidad -apenas
estábamos en Junio- lograré comprarlo. Quiero llegar a la casa de mis padres en
él. Quiero impresionar a toda la familia y a mi novia con el vehículo que voy a
comprar, les voy a dar una gran sorpresa.
No pude creer que su fanatismo o deseo
era tan grande, a tal grado de que prefería
limitarse en casi todo y carecer de las más elementales comodidades. Yo
no era así, por lo tanto no pude comprender, pero sí respetar.
En fin,
ya había pasado demasiado tiempo y me di cuenta de que en realidad David no tenía palancas, ni él era importante en la empresa y que lo peor
había sido que me había hecho perder el tiempo. La empresa no se interesó por mí,
a lo que tuve que regresar a casa, sin dinero y desesperado por no haber obtenido
nada. Me sentí fracasado. Peor aún, un tonto al haber creído en el amigo que
nunca lo fue en realidad.
“Dios aprieta pero no ahorca”, qué cierto
es esto. Un par de meses después de que regresé como un fracasado de la ciudad
de México, obtuve una gran oportunidad como maestro, daría clases en una
importante escuela de la ciudad. No eran muchas horas, pero sí suficiente
dinero para sacar a mi familia adelante.
Así pasaron los meses, trabajando
arduamente y con dedicación, así como cuidar de mi familia, todo un reto, el
cual yo agradecí sinceramente por esa oportunidad. Sin embargo, pronto me vino
a la mente el recuerdo de David, ya estábamos en febrero y entonces pude
recordar que los planes de éste, habían sido el de comprar aquel carraso y
regresar con su familia para Diciembre. Seguro y había logrado sus metas.
Como ambos éramos de la misma ciudad y
sabía dónde vivían sus padres, me decidí y fui a visitar a un compañero mutuo
para que me diera noticias de David. Lo que me dijo no lo pude creer. Me quedé
atónito ante la fatal noticia.
Efectivamente, David había hecho el viaje
hacia su ciudad desde la gran metrópoli en su flamante y nuevo carro. Había
logrado comprar por fin el vehículo de sus sueños. Pero no logró llegar con vida.
En el camino, había chocado aparatosamente contra un tráiler, ambos viajaban a
gran velocidad. El carro quedó destrozado y David no sobrevivió.
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